martes, 2 de marzo de 2010

LUGUBRE.


Se hicieron duendes mis noches vacías,

la secuencia de recuerdos no alcanza,

el aroma de tu piel se contamina

con el flujo veloz de otras sustancias.

Las caricias se hicieron insensibles,

en el tatuaje cotidiano de mi cuerpo,

sepultada por las manos que definen

la lúgubre pasión que ya no siento.

Un templo de volubles espejismos,

se apuran en jadeos, desesperan

cerrando la persiana como ciclo

de un pacto que a mi alma cercena

Es un árido terreno el que transito

sin tu voz que mis sonidos enmudezca

sin tus dedos que retraigan mis sentidos,

para que ahogados en éxtasis fenezcan

Tus ojos se evadieron con la bruma,

ardiendo en mis heridas, tus suspiros,

cruzaron la muralla en que se escuda

en presuntos y definidos.

De mi espacio expulsé tu rostro

como al pecado que nadie perdona,

quedé vacía, acumulando odio

solo una lúgubre sombra...

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