
Una raja invisible, diminuta,
cual soplo de brisa en la flor,
cual golpe delicado de la luna,
hirió la piel de mi corazón
Como una herida que tal vez no sangra,
como una lágrima que no humedece,
como un dolor que de dolor se calla,
casi agonía antes de la muerte.
como el ocaso, ni luz ni a oscuras,
ni rota ni sana, ni partes ni toda,
es menos que un quiebre, la fisura.
Tanto o más dañina que una grieta,
dejando fluir la vida sin premura
doliendo con sadismo que no espera,
hasta explotar en absoluta.
Fuerte e indecisa pero hábil
tan serena como degradante,
poco a poco pero tajante,
divide, separa, la fisura.
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